Segunda entrega de mis reseñas atrasadas:
Claire DeWitt acaba de volver al negocio de la investigación privada, después de un periodo de retiro y recibe el encargo de investigar la desaparición del fiscal del distrito Vic Willing, de quien se ha perdido la pista durante los aciagos días del huracán de categoría 5 Katrina que asoló Nueva Orleans en el verano de 2005. Claire regresa a una ciudad repleta de fantasmas que trata de recuperarse a duras penas de las penalidades provocadas por lo que allí llaman «la tormenta». Nueva Orleans todavía sufre los destrozos provocados por Katrina: barrios enteros destruidos, casas que apenas se sostienen en pie, habitaciones invadidas por el moho, personas desaparecidas, especulación inmobiliaria, servicios como la electricidad que va y viene, negocios abandonados, corrupción policial, saqueos, bandas callejeras incontroladas, violencia desmedida, asesinatos y tiroteos a diario…
La detective había pasado unos años en la ciudad a orillas del Mississippi con anterioridad y para ella es como estar en casa, porque fue el lugar donde su mentora Constance la introdujo en el mundo de la investigación. Después huyó de allí por varios motivos personales que nos desvelan desde casi el mismo principio de la historia.
La narración es una historia de estilo detectivesco con un personaje principal muy carismático, al mismo tiempo que controvertido. Claire es una investigadora un tanto peculiar. En primer lugar, según se define a sí misma es: «la mejor detective del mundo». La protagonista es una seguidora de varias corrientes y filosofías orientales, además de no hacerle ascos a ninguna droga que pueda hacerla escapar de la realidad durante unos momentos: analgésicos, sedantes, marihuana, cigarrillos embebidos con líquido de embalsamar, alcohol…
A medida que avanza la narración iremos averiguando más detalles sobre el trasfondo de Claire, su infancia y juventud en Brooklyn, su aprendizaje con Constance en Nueva Orleans, su vida desde entonces en San Francisco, sus miedos, sus adicciones, su carácter inestable y autodestructivo que también usa como uno de los elementos de los que se sirve para sus casos. Claire resulta una mujer arrogante, insegura, que no duda en mentir para obtener lo que quiere, que siempre trata de demostrar que es más inteligente que quienes la rodean, hasta unos niveles en los que el lector llega a odiarla. Pero esa aversión constituye una de las caras de la misma moneda, pues la autora juega muy bien con los defectos y con las virtudes de su protagonista, porque esa moneda puede darse la vuelta nada más girar la página.
Claire arrastra unos cuantos demonios
personales, unos se quedaron en Nueva Orleans, otros, en cambio, la han
acompañado desde su adolescencia, como la desaparición de su amiga Tracy.
Estos traumas, más otros que se creará ella, han sido la causa de que
Claire se haya convertido en una investigadora privada, la mejor, como
no se cansa de repetirnos. Todos esos sucesos sobre el pasado de Claire
DeWitt dan una visión poliédrica del personaje que nos ayuda a
comprender sus motivaciones y las razones por las que actúa y se
comporta cómo lo hace.
Sin embargo, su mejor virtud también
resulta ser también su principal defecto. Porque Claire DeWitt es la
protagonista absoluta —con la excepción de Nueva Orleans—, la narración
es en primera persona y siempre desde su subjetivo punto de vista.
Apenas aparecen un par de personajes secundarios que la ayudan, pero su
importancia es tan anecdótica que no cuentan con suficiente relevancia
como para complementar al personaje principal y no están la altura de
Claire en ningún sentido. Probablemente al ser esta la primera novela de
la serie, la autora haya querido incidir de forma exhaustiva en la
caracterización de la protagonista, hasta el punto de no dejar aire para
incluir en la historia a otro personaje tan detallado. En ese sentido,
el lector siempre tiene el mismo conocimiento que la detective y va
descubriendo las pistas y los reveses de la investigación a la vez que
ella. Quizá alguna de esas tramas del pasado de Claire queden en
suspenso y sin solucionar, con el objeto de continuarlas en el resto de
novelas de la serie.
Otro de los elementos principales de la novela y casi un personaje más es la ciudad de Nueva Orleans. La historia está ambientada en 2007, menos de un año y medio después de la catástrofe causada por Katrina que anegó el ochenta por ciento de la superficie de la ciudad. Nos hablan de un lugar que se encuentra en plena reconstrucción, no solo física, si no moral. Ya nada será como la ciudad antes de la tormenta que recordaba Claire, aunque todavía conserva muchas de sus características. Una de las cunas de la música popular moderna desfallece, trata de encontrarse y de recuperar el esplendor perdido de sus celebraciones como el Mardi Gras, las bandas de música callejera, los desfiles tradicionales de los indios negros.
Otro de los elementos principales de la novela y casi un personaje más es la ciudad de Nueva Orleans. La historia está ambientada en 2007, menos de un año y medio después de la catástrofe causada por Katrina que anegó el ochenta por ciento de la superficie de la ciudad. Nos hablan de un lugar que se encuentra en plena reconstrucción, no solo física, si no moral. Ya nada será como la ciudad antes de la tormenta que recordaba Claire, aunque todavía conserva muchas de sus características. Una de las cunas de la música popular moderna desfallece, trata de encontrarse y de recuperar el esplendor perdido de sus celebraciones como el Mardi Gras, las bandas de música callejera, los desfiles tradicionales de los indios negros.
Leéla completa en Fantasymundo.
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