Fue en 2010 en la Hispacon de Burjassot, que mientras tomábamos una cerveza le propuse a David algo que me llevaba rondando la cabeza hacía tiempo: ¿por qué no nos poníamos a escribir una novela sobre el módulo de aventuras que diseñamos de adolescentes? La idea me gustaba mucho, pero hacerlo yo solo no me resultaba tan divertido. Y a David también le gustó, pero no nos pusimos a ello hasta principios del año siguiente.
Teniendo la campaña como guía y más o menos que nos servía de escaleta para la historia, lo primero que tuvimos que hacer fue pensar en los personajes. Al tratarse de unas aventuras para un juego de rol, no teníamos protagonistas, aunque sí personajes secundarios. David se inventó a Jack Corrigan, el detective protagonista y yo a Alfredo Ramírez de la Torre, el diletante español de porte aristocrático y más engolado e insoportable que él solo. Teníamos claro que la influencia clara era desdoblar a Indiana Jones en el hombre de acción por una parte, y el erudito por otra. Porque siempre manejamos como referencia las historias de Lovecraft y el cine de aventuras.
Resultó necesario utilizar mucha documentación. Os aseguro que nos pasamos mucho tiempo solo para averiguar si existía una línea de barcos de pasajeros de un lugar a otro que nos hacía falta para la historia, o encontrar información fiable sobre cómo eran los teléfonos públicos en 1921... Quiero dejar claro que no se trata de una novela histórica, ni nunca lo pretendimos, de hecho, es bastante probable que un historiador le pudiera sacar fallos. Pero nos esforzamos en que la ambientación y los lugares que se describen resultaran creíbles.
Y teníamos otro problema, ya no vivíamos en la misma ciudad, por lo que no podíamos reunirnos con la misma frecuencia para comentar aspectos del libro. Así que empezamos a usar unos pads virtuales online que nos permitían escribir en ellos a tiempo real y ver qué escribía uno y lo que hacía el otro, corregir sobre eso, dejar esbozadas tramas y escenas... Y no, todavía no se había popularizado Google docs, entonces usamos lo que teníamos a mano.
Al principio avanzamos bastante bien y creo que incluso mejoramos el original con dos personajes muy interesantes y una historia que abarcaba desde el género negro al pulp más lovecraftiano junto con las aventuras y el terror. Después topamos con un escollo, nos encontramos con un parón. A David se le cruzó una idea para otra novela, que seguía el ciclo comenzado por "Mirando a las estrellas". Poco después con "La Senda de Ahk-Nabul" en el dique seco, me ocurrió lo mismo con lo que terminaría siendo "Calles de Chatarra".
A finales de 2012, retomamos la historia, ya en su recta final con menos de un tercio para terminarla. Escribir a cuatro manos no es sencillo, hay veces que no estás de acuerdo con lo que piensa el otro que tiene que suceder y hace falta llegar a un término medio. Y creo que nos entendimos muy bien y que podéis ver el resultado en el libro. En especial porque me parece que resulta complicado distinguir qué parte hemos escrito cada uno. Yo ni lo sé.
También había capítulos o situaciones que, aunque resultaban imprescindibles en el original, para la novela no nos funcionaban. Por lo que las cuatro partes que tenía y tiene el módulo se convirtieron en tres en el libro, además de otras cosas que nos parecieron superfluas. Pero la esencia sigue siendo la misma.
Y ahí lo tenéis.
Podéis leer la primera parte de esta historia en la Vieja Raza: aquí
Claudio Sánchez Viveros es el autor de la portada y de las tres ilustraciones interiores en blanco y negro que acompañan al libro.
Claudio Sánchez Viveros es el autor de la portada y de las tres ilustraciones interiores en blanco y negro que acompañan al libro.
La Senda de Ahk-Nabul puede
adquirirse en papel y en digital en Amazon:http://amzn.to/2nqGiAM
y http://tiny.cc/gws8ky
Podéis seguir las novedades del libro en nuestra página de Facebook: @AhkNabul
También podéis encontrarlo en Goodreads:
http://bit.ly/2nqGpwc
Y leer las primeras
páginas del libro gratis: http://bit.ly/2nM37Qy
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