Después de varias semanas sin actualizaciones, aquí tenéis uno de mis primeros mini cuentos, que ya he publicado por aquí en un par de ocasiones, así que esta será la tercera con las oportunas actualizaciones que hablamos de un cuento que tiene más de diez años. Que lo disfrutéis.
l© Miguel Borgas
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Bloqueo de Escritor
Empezar de nuevo cuando me doy cuenta de que lo
he roto todo, cuando sé que soy culpable de mi desdicha…
Ella se fue. Siempre dijo que no
sería capaz de dejarme. Pero lo hizo.
La última vez que la toqué, la
última vez que acaricié su suave cara, supe que no habría más instantes de felicidad. No
más besos, no más abrazos, ni noches enteras haciendo el amor.
Nadie podrá volver a hacerme sentir lo mismo que mi bella Venus.
Este es mi angustioso vacío provocado por el sentimiento de pérdida. Estoy
sentado ante mi cuaderno, la pluma en una mano; en la otra, el vaso que contenía un
licor del que no me queda ni una gota. Me miro en el espejo y la imagen que me devuelve es la de un ser desaliñado, sudoroso, con una barba que no me he afeitado en días, hediendo a
cualquier cosa, más parecido a una bestia salvaje que a un ser humano.
¿Volverá? Tal vez. No puede vivir
sin mí, por eso me miente, por eso la engaño. Porque nuestro amor
no es posible siendo sinceros. Admitámoslo, es cierto. No hay nada
más odioso que la verdad. La sinceridad que se supone en la lealtad
del otro, pero no hay amor sin mentira. Yo la amo. Ella lo sabe. La quiero. La quiero de verdad, la quiero con locura, desde lo más profundo de mi alma mortal. Porque eso es lo que se refleja en mis ojos cuando la miro.
Recuerdo cuando me estrechaba contra
su cuerpo y notaba su olor, fresco y apetecible. Entonces, nos
amábamos como no lo habíamos hecho antes, con furia, con
violencia, con necesidad, con desgarro, con dolor… fue
nuestro mejor momento, ambos éramos conscientes de ello.
Como lo somos de que es no posible
que vivamos el uno sin el otro. Nos necesitamos tanto… nos
anhelamos en un sentido físico, instintivo, primario, animal. No
concibo mi existencia sin su compañía.
Mi pobre y frágil Venus, la dulce y
delicada Venus. La bella y pícara Venus. La inocente e infantil
Venus.
Esta mañana se ha marchado mi musa.
Se fue, dejando atrás sus cosas. Me abandona con los objetos que una vez le pertenecieron, con el fin de que su ausencia me resulte más dolorosa.
Estoy rodeado de ella, de sus suspiros, de su respiración, de su
cuerpo, de su vida que fue la mía.
Aquí me encuentro, robándole estas líneas a mi terminada inspiración, lamentándome de mis
errores y embustes, llorando por sus besos, gimiendo por sus
sonrisas…
Se ha ido para siempre y me ha
dejado con una montaña de cuartillas en blanco que no soy capaz de
llenar sin ella.
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